ACABADOS DE CONSTRUCCIÓN

La importancia de los acabados, su contexto histórico y las tendencias actuales que unen innovación, creatividad y sostenibilidad
Mucho antes de admirar una construcción desde el punto de vista estructural, la primera impresión que nos llevamos al observarla está a simple vista del espectador. Y esto se debe a los materiales, técnicas y productos que se han utilizado para cubrir todas las superficies visibles, ya sean exteriores o interiores.
Es uno de los últimos pasos de toda obra, pero tan importante como lo son los cimientos mismos de la edificación, porque su elección no solo se debe a aspectos puramente estéticos, también han sido tomados en cuenta factores como la durabilidad, los beneficios que aporta a la obra, sus costos y el tiempo invertido para su utilización, siempre con el objetivo de aislar, impermeabilizar, sellar o proteger dichas superficies.
Pero su importancia va mucho más allá de lo estético y práctico, pues los productos para acabados y terminaciones también son usados para disimular cualquier defecto existente en las superficies, producto ya sea de la utilización de materiales de baja calidad o de un trabajo deficiente en las etapas anteriores.
Tipos de acabados
En general, los acabados de construcción pueden clasificarse de acuerdo a tres aspectos básicos: el espacio, es decir, exterior o interior, la superficie a trabajar y el material que se va a utilizar.
Desde el punto de vista del espacio, ya sea exterior o interior, hay que determinar cuáles técnicas o recursos se pueden utilizar, siempre en función de su ubicación, ya que no son las mismas las necesidades de una superficie expuesta a la intemperie, que de una que se encuentra bajo techo.
En cuanto a la superficie, que no es más que la parte de la edificación que necesita recubrirse, ya sean paredes, muros, suelos, techos y plafones, también amerita un análisis de su ubicación y propósito, para determinar de manera correcta qué tipo de terminación o acabado es el más conveniente.
Los materiales, o sea, los productos o elementos que se utilizan para llevar a cabo el revestimiento, son los que estarán a la vista del público, y su uso queda determinado, en gran medida, por factores estéticos, de costo y durabilidad, como son las maderas, los morteros, las piedras, las pinturas, entre otros.
Una práctica común desde tiempos muy remotos
Los acabados y terminaciones en el ámbito de la construcción no son una práctica actual. Se remonta a los mismos inicios de la humanidad, cuando el hombre comenzó a dejar de vivir en las cuevas y pudo adaptarse a la vida exterior gracias a la fabricación de las primeras viviendas.
Es así como podemos imaginarnos perfectamente las primeras edificaciones de piedras, ramas y troncos, cubiertas de tierra a manera de terminación básica, producto del deseo por viviendas permanentes y adecuadas para las necesidades diarias del hombre, que luego, gracias a estrategias como una ubicación cerca de alguna fuente de agua dulce y tierras cultivables, darían paso a pequeñas comunidades que formarían las primeras ciudades.
De esta manera, la tierra no solo fue un lugar para vivir y cultivar, sino que se convirtió en el primer revestimiento de las construcciones gracias a una sencilla pero efectiva mezcla de arcilla, arena y paja que no necesitaba fraguar y simplemente se secaba con el sol. Una fórmula que el hombre desarrolló, a través del tiempo, y que también le permitió la fabricación de ladrillos.
Además de la tierra, el uso de la cal y el yeso están presentes, por igual, en los orígenes de la práctica de revestir superficies, desde el día en que el hombre se dio cuenta que el calor del fuego hacía desaparecer el contenido de agua de estas piedras y el polvo resultante podía mezclarse con este líquido para hacer una pasta que se endurecía rápidamente.
Ejemplos notables de la antigüedad
El conjunto urbano de Çatalhöyük, en Turquía, es un ejemplo de la práctica de aprovechar la tierra, que ha sobrevivido hasta nuestros días. Allí podemos ver que ladrillos, suelos y paredes fueron revestidos con arcilla local que data aproximadamente del año 7,500 AC.
Las imponentes edificaciones antiguas de Egipto, como las pirámides de Giza, fueron hechas con morteros de yeso y cal, y con revestimientos exteriores de estuco de cal. Incluso, de acuerdo con expertos en el tema, la cal y el yeso producidos en Egipto en ese entonces eran, por lo general, de mayor calidad que la de los productos producidos hoy en día.
La civilización Minoica, en la isla de Creta, en el Mediterráneo, recibió muchas influencias egipcias, lo que le permitió dejar notables ejemplos en acabados y revestimientos como los que podemos apreciar en el Palacio de Cnosos y el Palacio Festos.
De la Antigüedad Clásica, Grecia y Roma, la influencia ha sido indudable en todos los ámbitos de la civilización y, por supuesto, en lo que a construcciones se refiere, con grandes ejemplos que han sobrevivido al paso del tiempo y que constituyen los fundamentos de la arquitectura en sí misma.
Gracias a los griegos tenemos la palabra “yeso”, derivada directamente de “gypsos” podemos apreciar la correlación que hay entre la palabra “emplastar” con “emplastron”, que en griego significa “embadurnar con masa”.
Los descubrimientos en La Domus Aurea “Casa de Oro” del Emperador Nerón, así como los de Pompeya y Herculaneum son ejemplos del nivel de importancia que tuvieron los revestimientos con cal en los interiores de estas edificaciones, ya que pueden apreciarse en habitaciones enteras y espacios de la vida diaria de ese entonces.
Y en la actualidad, ¿qué está pasando?
Los ámbitos de la ingeniería, la arquitectura y el diseño de interiores evolucionan constantemente, aportando dinamismo a estas disciplinas que, cada día, se ven renovadas gracias no sólo al ingenio humano, sino también a la tecnología y la sostenibilidad.
Así, por ejemplo, podemos ver una tendencia en acabados para ambientes minimalistas que ha evolucionado hacia el “minimalismo texturizado”, capaz de modificar los espacios y la luz gracias a nuevas texturas, relieves y patrones que se adaptan a las necesidades estéticas de cada proyecto.
Por otra parte, los acabados inteligentes están ganando protagonismo con sus innovaciones, como es el caso de los revestimientos autolimpiables, los que tienen propiedades antibacterianas o los que mejoran la eficiencia térmica de los edificios.
Para crear transiciones entre espacios exteriores e interiores, otra tendencia que se impone es la de productos fabricados con características propias que los hacen muy versátiles para ser usados en ambos contextos.