RAMÓN GÓMEZ | UN HOMBRE TRABAJADOR, DECIDIDO Y ENFOCADO, QUE SIEMPRE TIENE MUY CLARO CUÁlES SON SUS METAS

Antes de morir, su padre le dio la responsabilidad de encargarse de sus hermanos pese a que no era el mayor de ellos. Vio en él algo que ni Ramón mismo sabía que tenía, pero que poco a poco fue descubriendo y desarrollando. ¿Qué fue ese algo? Para saberlo, hay que conocer un poco de la historia de este hombre, definido por su familia como trabajador y honesto.
Ramón Gómez nació en Villa Duarte. Y aunque de niño vivió en diferentes lugares como en San Francisco de Macorís y El Seibo, a los diez años se radicó definitivamente en Santo Domingo.
Su padre, Próspero Gómez, murió en el año 1972, cuando apenas tenía 12 años de edad. Creció con su madre y sus seis hermanos en un círculo familiar muy unido. Al recordar a sus progenitores, expresa que su padre era militar, y “aunque murió cuando yo era muy joven, llegué a aprender muchas cosas, parte de mi formación se la agradezco a él. Mi madre era ama de casa, su nombre era Juana Estrella, quien tristemente murió en el año 1999. Quería mucho a mi madre, ella me guio por el camino correcto, y me ayudó hacer las cosas bien hechas”.
Su madre siempre se preocupó por todos: “Mi madre quería que yo estudiara y que fuera un buen ciudadano; tengo muy buenos recuerdos de mis hermanos, nos criamos todos juntos, muy unidos”. Recuerda que su madre le exigía mucho, pero con el tiempo se dio cuenta de que los padres le exigen a los más responsables y a los que se preocupan por todo.
Sobre su formación, recuerda muy bien que hizo la primaria en una escuela pública, y que luego pasó a estudiar a un colegio salesiano, donde hizo un bachillerato técnico en mecánica industrial: “Le agradezco a mi madre que me consiguió una beca en el Instituto Técnico Salesiano. Tengo una formación religiosa desde esa época. Los padres que fueron mis profesores, son los mismos con quienes tengo contacto cada semana”.
Ramón es una persona agradecida, recuerda con mucho cariño a esos amigos que llegaron a ser familia. “He recibido varias formaciones importantes en mi vida, una fue la del colegio salesiano, fue vital; la de mi suegro –el padre que le regaló la vida-, y las de Héctor Then y Marcos Malespín”, a quienes considera sus hermanos.
Then es su concuñado, y fue quien le abrió los caminos y le dio la oportunidad de desarrollarse profesionalmente. “Es como mi hermano mayor, esos hermanos que uno encuentra y que te guían”. Y Marcos, un hermano también, siempre le ha brindado todo su apoyo. “Siempre ha estado conmigo, ha sido muy determinante en mi vida, es mi hermano de corazón”, dice Ramón, quien tras terminar su bachillerato, inició sus estudios de ingeniería en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y luego estudió Administración de Empresas; cuenta con una maestría en Administración de la Construcción, en la alta casa de estudios.
Finalmente, su formación como persona se la debe a sus padres, los padres salesianos, su esposa, sus suegros, sus hijos, sus hermanos Héctor y Marcos, y sus amigos del sector, quien al mencionarlos lista a Enrique Ureña, Juan Manuel Gómez, Tony Hernández y Manuel Estrella. “Ellos han tenido mucho que ver en mi desarrollo, es un grupo que forma parte de la nueva generación, que tiene que ver con el desarrollo del país, la buena práctica de la ingeniería, y el buen compañerismo”. Y es que en el sector construcción, además de formarse un buen nombre, ha logrado crear sólidas amistades.
Él también muestra gratitud a aquellas personas que siempre han creído en él, tanto en el sector público, como el sector privado: “Quiero agradecer a todos por darme la oportunidad y ser ejemplo a seguir”, expresa el empresario de la construcción.
Sobre el sector construcción, piensa que el país cuenta con muy buenos profesionales y que en las últimas décadas el país ha tenido un desarrollo excelente: “El país cuenta con muchas obras de ingeniería de alta calidad. Hay muchos ingenieros buenos en todos los niveles; estamos en primer orden.”
Proyectos Industriales
“Los ideólogos de la empresa fuimos mi esposa, su hermano Juan Carlos y yo. Iniciamos con piezas eléctricas y, poco a poco, fuimos creciendo”. Se refieren a Proyectos Industriales, PINSA, que inició como un proyecto pequeño en el patio de la casa de su madre, en Villa Duarte, y hoy día es un grupo reconocido de empresas dedicadas al diseño, ingeniería, fabricación e instalación de estructuras metálicas de acero para usos comerciales, industriales y públicos, operando a nivel nacional e internacional. Pero que también manejan obras de infraestructura como carreteras, presas hidroeléctricas, aeropuertos, instalaciones deportivas, entre otras.
Debido a sus funciones como presidente ejecutivo, desde hace unos 30 años, y a su formación, Ramón es una persona muy disciplina, de hecho, su hijo menor asegura que es la persona más disciplinada que él haya visto. En lo concerniente a lo laboral, Carlos Eduardo Gómez, ingeniero industrial, y que se desempeña como gerente de operaciones en PINSA – responsable de la ejecución de todos los proyectos, y de la planta de producción, desde hace tres años- también nos cuenta que: “En el trabajo entiendo que es una persona muy ética, con unos valores inquebrantable, y que defiende cien por ciento los valores morales. Mi papá siempre me ha enseñado que en los negocios, tanto con los colaboradores, los clientes, y los suplidores, hay que ser muy honesto. En los negocios hay que cumplir, hay que respetar al colaborador, los proveedores… estamos viviendo en tiempos muy difíciles donde no hay mucha ética”.
Pese a que todos sus hijos trabajan en la empresa, Carlos es el que está más cerca de su padre por el tipo de trabajo que realiza, por lo que ha aprendido mucho a enfrentar y manejar los conflictos. “He aprendido a asumir responsabilidades como empresa”, dice sabiendo que cada día y cada proyecto es diferente. Y es que su padre ha sabido enfocarse más en las fortalezas que en las debilidades; en demostrarle al cliente que pueden hacer el trabajo, aún más en esos casos en que otros pudiesen “tirar la toalla”. Siempre toma la parte positiva y se aferra a eso, y eso ha sido el motor de la empresa.
Una gran escuela
PINSA se apoya en la teoría de que: “conoces las empresas por el tiempo que tienen los empleados dentro de ella”, por lo que su índice de rotación de personal es muy bajo, en gran parte porque tratan de contratar a personas con valores familiares claros, y con deseos de aprender. “Es una escuela, no solo conmigo -dice Carlos- sino para todos los empleados y colaboradores. Eso nos permite, a los que estamos interesados en aprender, a poder captar muchas informaciones”.
Sobre el tema, el ingeniero civil Yoli Parra Reynoso, asistente personal de Ramón, y gerente de Gestión de Proyectos de PINSA, corrobora con Carlos. Yoli lleva ya unos siete año y ocho meses en la empresa, la cual define como su escuela. “Trabajo muy de cerca con él –refiriéndose a Ramón Gómez- y puedo decir que es una persona incansable trabajando y muy enfocada en sus metas, en cumplir con los trabajos. Para mí es como estar en familia, me trata como su hijo”, dice Yoli, quien comenzó a trabajar en PINSA antes de graduarse de la universidad.
“He crecido mucho como persona y como profesional por él, y he logrado montarme en su carril. Me siento muy estable económica y emocionalmente hablando”, refiere Yoli, quien resalta que Gómez siempre tiene el entusiasmo de que las cosas se hagan bien, y que cuando tiene que dedicarle tiempo a un empleado en particular, lo hace. “Es muy agradable el ambiente de trabajo. Gómez es el tipo de persona que un joven necesita tener al lado para crecer; lo he vivido”.
Muy personal
Lo que más le gusta a Ramón Gómez es estar con su familia, y habla de ella como su tesoro más valioso. Al referirse a Jacqueline, dice: “Mi esposa es mi primer amor, la persona que más ha tenido que ver en mi vida”. También disfruta de la lectura, de jugar golf y del baloncesto, sobre todo el local. “Cuando estaba en el colegio, yo jugaba, de hecho, llegué a ser selección juvenil de baloncesto”. También le gusta el voleibol y el béisbol.
“Es una persona muy humilde, sincera, muy amigo de sus amigos, muy dado a los demás. Le gusta mucho ayudar”, resalta su esposa Jacqueline, de una manera muy emotiva. Apenas puede seguir hablando al pensar en las múltiples cualidades que admira de su esposo, pero hace un esfuerzo y continúa: “Es muy trabajador. Nos conocimos muy jóvenes, y siempre ha sido una persona muy creyente, lo que ha sido el éxito de nosotros como familia, que somos temerosos de Dios. Somos una familia que hemos hecho de Dios el centro de nuestra familia, por eso hemos llegado hasta donde Papá Dios nos ha permitido”.
Se conocieron cuando él tenía 21 años de edad, y fue precisamente trabajando que ella lo conoció, cuando él se trasladó desde Santo Domingo a San Francisco de Macorís, de donde ella es oriunda. Así que desde el primer momento, como jóvenes y emprendedores, comenzaron a trabajar juntos. Conforme los hijos crecieron y terminaron el bachillerato, empezaron a formar parte de la compañía. “En la medida en que ellos iban entrando, yo iba delegando las cosas que hacía; en estos momentos sí participó de las reuniones, decisiones, pero no trabajo como antes”, explica Jacqueline, quien es arquitecta y diseñadora de interiores.
Ramón es una persona comunicativa, al que le gusta reunir a la familia cuando se trata de tomar decisiones, hace partícipes a su familia de todo lo que hará. “Ramón es una persona tranquila y yo soy activa, por lo que él siempre dice que lo que a él le falta, yo se lo proporciono. Como padre es una persona conciliadora, muy entregado a sus hijos, dispuesto a escuchar. Educar no ha sido fácil, pero para la gloria de Dios, hemos tenido hijos buenos, que no son tormentosos”, dice Jacqueline.
“Mi padre, -dice Laura, una de sus hijas- siempre nos ha dado consejos sumamente sabios, y está con nosotros para celebrar nuestros éxitos, y nos ayuda a levantarnos en nuestros fracasos. En momentos difíciles de la vida, en que uno se pudo haber desviado del camino, él siempre decía que había que hacer una pausa y ver lo que está pasando; a partir de ahí, seguir avanzando. Eso aplica tanto en lo personal como en lo laboral”.
Ahora que será madre, algo que ha aprendido de su padre, y que desea enseñarles a sus hijos es que “con esfuerzo y dedicación se puede lograr absolutamente todo. Mi padre es el hombre más perseverante, siempre nos ha enseñado que, con la guía de Dios y haciendo todo con excelencia, podemos lograr todo lo que uno se proponga, y que las cosas no se dejan a medias, que cuando se comienzan hacer, se terminan. Que debemos ser constantes en lo que queremos, que al primer tropiezo no parar, más bien, hay que pararnos y seguir”.
“Ahora que voy a ser madre, le pido a Dios que me dé un poco de la sabiduría que él ha tenido para guiarnos, para no darse por vencido, por siempre confiar en nosotros más que nosotros mismos, y enseñarnos que no importa nada, que el límite lo ponemos nosotros. Mi papá es una prueba de que cuando se hacen las cosas bien, Dios nos bendice”, expresa Laura Melissa Gómez, encargada de Recursos Humanos en PINSA, desde hace más de 15 años, graduada en Psicología Industrial.
Por otro lado, su hija Eliana Patricia nos comenta que: “Una de las cosas que mi padre más disfruta, y que no es para nada “canero”, es viéndonos a nosotros felices, compartir en familia”. Dice, además, que en el plano laboral es muy trabajador, decidido y enfocado, que siempre tiene clara cuáles son sus metas. La honestidad también es algo que lo define. “Nos ha enseñado a ser honestos en todos los ámbitos de nuestras vidas, siempre nos hemos sentido en la confianza de contarle las cosas sin temor, nunca sentimos miedo por la confianza que nos daban nuestros padres, porque el que es honesto, siempre encuentra una salida y queda bien”. Eliana Patricia Gómez es gerente administrativa desde hace una década y media en PINSA, graduada de Administración de Empresas.